Aeptarlo o rechazarlo...

Cuando Mencio disertaba sobre la práctica de las virtudes, daba mucha importancia a la conducta personal. Había afirmado: “En cuanto a la riqueza o al dinero, puedes aceptarlo o rechazarlo; ahora bien, si lo aceptas, puede dañar tu integridad moral. Puedes hacer o no regalos; pero si los haces, tus favores pueden resultar perjudiciales.”

Cuando Mencio viajaba por los diversos reinos, rechazó el dinero que algunos reyes le ofrecían; pero aceptó los regalos de otros. Tan distinta actitud respecto a los regalos reales, extrañó a uno de sus discípulos, y por eso preguntó por ello al Maestro. Éste le explicó sus normas respecto a los regalos.
Chen-chen le preguntó a Mencio:

—Maestro, hace unos días cuando usted estaba en el Reino de Chi, le regalaron cien taeles de plata y no los aceptó. En cambio, cuando llegó al Reino de Sung, le regalaron mil y pico taeles de plata y los aceptó. Más tarde cuando pasó por el Reino de Hsüe, también le regalaron mil y pico taeles de plata y los aceptó. Si era correcto rechazar el regalo de Chi, ¿entonces sería incorrecto recibir los regalos de Sung y de Hsue? Si podía aceptar el dinero de Sung y de Hsüe, ¿por qué no aceptó la plata de Chi? ¿Qué ha sido lo correcto?

Mencio le contestó sonriendo:

—En ambos casos he procedido bien.

Chen-chen le siguió preguntando:

—¿Tiene usted una doctrina contradictoria?

Mencio le contestó:

—En el Reino de Sung acepté el dinero porque iba a hacer un viaje a regiones lejanas. Según las reglas normales de urbanidad, cuando una persona emprende un viaje a un lugar lejano, es cortesía darle dinero para los gastos del viaje. Además, cuando el rey de Sung me dio el dinero, me indicó que era para los gastos de viaje; por eso, lo acepté.

—¿Cómo lo explica en el caso del Reino de Hsüe? —preguntó Chen-chen.

—En el reino de Hsue sabía que alguien me iba a atacar, y hasta el rey se enteró de ello. Por eso ordenó que me entregaran una cantidad de dinero, explicándome que era para que comprara un carro y caballos, y reforzara así mi escolta. Entonces no tenía razón ninguna para rehusar su ayuda —respondió Mencio.

—¿O sea que el rey de Chi, cuando te ofreció dinero, no fue por urbanidad?

Y Mencio le respondió:

—¡Exacto! Entonces yo iba a hacer un largo viaje; tampoco nadie me amenazaba, ni tenía que hacer ningún gasto. Si aquel rey quería regalarme cien taeles de plata, ¿no era evidente que quería sobornarme? ¿Cómo puede aceptar un cohecho una persona de conducta honesta? Por eso no lo pude aceptar.

Chen-chen asintió inclinando su cabeza, y entonces comprendió la perspicacia con que obró su Maestro.
Esta anécdota de Mencio nos explica la norma que se debe observar cuando nos ofrecen regalos. Si quien te presenta sinceramente un regalo tiene un motivo razonable, lo puedes aceptar con toda tranquilidad. En cambio, si la dádiva se hace con una oculta intención o por motivo ilegítimo, tal vez quieran sobornarte; entonces es más prudente rehusar el regalo para evitar un menoscabo de tu buena fama, o las malas consecuencias que pudieran seguirse del soborno.

Kong-sun-chon
Ji Mèngkê "MENCIO" -Filósofo chino- (372-289 a.C.)

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